El socio más longevo del Club ha recibido el pasado viernes la Medalla de Plata del RCM coincidiendo con su cumpleaños

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

La bandera del Real Club Mediterráneo que preside la piscina de la vivienda de Manuel Caro Fernández ondeaba el pasado viernes con más intensidad de lo habitual. Como si barruntara que iba a ser un día especial para su propietario. Un presagio que se cumplió en forma de medalla de plata. 

Manuel Caro Fernández volvía a pisar su segunda casa la semana pasada. Lugar donde ha disfrutado desde su juventud y ha granjeado sus amistades. Lo hacía para celebrar, con un almuerzo, su 98 cumpleaños junto a su mujer, Pilar León, y sus tres hijos: Marina, Gonzalo y Manuel.

Pero antes, su club, con el presidente, Eduardo Cestino, a la cabeza quiso reconocerle su dilatada trayectoria como socio. Y se le entregó la Medalla de Plata del RCM en un acto íntimo a petición del homenajeado.

La actual Junta Directiva, cuando Manuel Fajardo propuso esta iniciativa, no lo dudó y acordó por unanimidad otorgarle este galardón a su socio n° 2. Al acto, cargado de emotividad, asistieron también los directivos Francisco Cabrera, Esperanza Martín y Manuel Fajardo, además de otros amigos íntimos del veterano socio. Tras el homenaje, y antes de comenzar el almuerzo previsto por la familia Caro León, los asistentes degustaron una copa en los salones de la Sede Social. 

“Mi casa”

“El Club ha sido mi casa”, reconocía emocionado Caro. Ligado al RCM desde 1941, cuyos colores ha defendido en las distintas modalidades en las que compitió: natación, polo acuático (ahora waterpolo), remo, frontón y tenis. Entonces también le impusieron medallas a un atleta que hizo del deporte un estilo de vida y que ahora dan continuidad sus descendientes.

Caro Fernández sigue cumpliendo años, pero nunca pierde su jovialidad y buen humor. En el libro aniversario de los 125 del Real Club Mediterráneo rememoraba: “Cada día nos reuníamos en el Club. Los domingos se organizaban comilonas de paella y moragas, y por las tardes salíamos a pescar caballas y bogas”. Una historia, la del Club, de la que Caro ha sido testigo directo.